sábado, 17 de mayo de 2008

“La discapacidad está en el cuerpo, no en la mente”


Una hazaña planeada con un año de anterioridad, 12 horas de intenso recorrido bajo temperaturas de menos tres grados centígrados, patrocinio de la empresa privada por más de 50 millones de pesos, despliegue de montañistas, médicos, psicólogos, fisioterapeutas y guías. El 28 de diciembre de 2006, sería la primera vez, en la que un grupo de amputados del Ejército Nacional de Colombia conformado por el coronel Cardona, el cabo Loaiza, el soldado Cardona y el teniente Mora, alcanzara los 5.380 metros del Ritacuba Blanco, el pico más alto del Parque Nacional El Cocuy, ubicado en la Cordillera Oriental colombiana.

Para el coronel Gabriel Cardona Galvis, la subida al Nevado del Cocuy fue un logro grandísimo, él al igual que los otros tres deportistas es amputado. Jamás había visto la nieve en su vida y no había hecho montañismo antes de sufrir el accidente que lo dejaría discapacitado. Se siente muy orgulloso, pues recuerda que durante los entrenamientos previos cuando subían semanalmente a Monserrate, alguien le dijo “Usted que va a poder, desista de esa idea loca”. “La travesía duró poco, las condiciones climáticas no se prestaron para quedarnos allá por mucho tiempo, hacía sol y la nieve se derretía”, admite. Así que sólo se abrazó con sus deportistas, se tomó algunas fotografías y le gritó a ese alguien que alguna vez le dijo que no podría alcanzar su sueño. “míreme aquí estoy”. Esta aventura tuvo el patrocinio del programa “El mundo según Pirry”, Merrell, Montaña, Capillas de la Fe y el Ejército Nacional.

Gabriel Cardona perdió su pierna izquierda en el año 2000, cuando un grupo de subversivos lanzaron seis cilindros bomba en la Brigada 18; una base militar araucana, donde estaba festejando con las familias de los oficiales la navidad. En la época más dura contra el narcoterrorismo de Pablo Escobar, Cardona fue uno de los creadores del grupo Marte, para evitar que esa clase de artefactos le hicieran daño a la población civil. “Pensé, éstas son las ironías de la vida, perder miembro es como perder un hijo, yo no quería levantar la cabeza porque asumía que ya todo estaba acabado”, reconoce.

Fue entonces cuando su matrimonio de más de 14 años se derrumbó, perdió su trabajo, se sumió en el alcoholismo, “toqué fondo”, admite melancólico. Pero una nueva luz iluminó su vida. Poco a poco se fue recuperando gracias a asistencia de los médicos del Hospital Militar y la rehabilitación que la fisioterapeuta Laura Rodríguez, su actual esposa, hizo en torno al deporte. Ella le demostró que el mundo no se había acabado, le enseñó a caminar de nuevo, a ver la vida con otros ojos. Dos años después del incidente en Arauca se dio a la tarea de fundar la Liga Deportiva Militar de Discapacitados, el primero de octubre de 2002, bajo el reconocimiento deportivo otorgado por la Federación Colombiana Deportiva Militar.

Tras varios meses de arduo trabajo y dedicación se organizó el grupo que asistiría a la primera competencia internacional. Cuatro soldados, un teniente y el coronel Cardona, viajaron a Estados Unidos para correr la Maratón de Nueva York 2003, en las categorías de silla de ruedas convencional y atlética, caminante con prótesis y handcycle (bicicleta con pedales manuales). El Coronel fue el primer colombiano amputado en correr con prótesis, la suya vale más de 100 millones de pesos y es patrocinada por Otto Bock, una compañía alemana que le vende al Ejército Nacional de Colombia. “Son las mejores piernas del mundo, su tecnología es muy buena, son eternas y se asemejan en un 80% el pie de un humano”, comenta.

Después vinieron más propuestas, Bogotá con la Media Maratón, así mismo Medellín, Cali y Villavicencio. Además del atletismo ha hecho parapente, paracaídas, natación, buceo en Santa Marta, ciclismo y montañismo entre otras disciplinas deportivas. Actualmente Cardona, encabeza y promueve todas las misiones de la Liga. Ésta inició con cuatro soldados y ya el número sobrepasa los 50 deportistas. “No todo es color de rosa, pues a veces amanecen con él ánimo abajo, deprimidos porque no tienen manos o porque no tienen piernas. Es difícil manejar una persona con discapacidad por todos sus bajones”, afirma. Sin embargo, en este momento el número de deportistas oscila entre 60 y 70 hombres.

Según María del Pilar Murcia, fisioterapeuta de la Liga, la labor realizada es conjunta con los médicos, fisioterapeutas y psicólogos para logar la recuperación física y psicológica de los militares que caen en discapacidad. “Primero se realiza una rehabilitación médica, después en el Batallón se le da al discapacitado la opción de recuperarse a través del deporte, se hace la terapia acompañada de los entrenamientos y finalmente se llevan los militares a competir para medir sus habilidades”, comenta. Para ella es lamentable saber que así la guerra termine hoy mismo, cientos de personas van a seguir llegando como consecuencia de las minas antipersona.

“Yo soy el papá de todos”, dice sonriéndose el Coronel. La Liga les proporciona a los jóvenes desde la pantaloneta hasta las inscripciones en competencias internacionales. También les brinda la oportunidad de acceder a la educación. Hoy por hoy, 27 jóvenes discapacitados estudian. Algunos hacen el bachillerato con el apoyo de FUNDASEG, entidad vinculada a la Federación de Aseguradores Colombianos FASECOLDA cuyo propósito es reducir los índices de analfabetismo, mediante la implementación de un proceso educativo durante la rehabilitación en el Batallón de Sanidad, sede de la Liga de Discapacitados. Otros militares empiezan carreras tecnológicas en el SENA y otro grupo más reducido carreras profesionales a través de becas solicitadas en las universidades.

“El trabajo que el coronel Cardona realiza en la Liga es excelente; es un líder que con buen humor y riéndose de su propia tragedia, ayuda a otros a superar sus limitaciones físicas”, aseguró el coronel José Antonio Ortiz, presidente de la Federación Colombiana Deportiva Militar FECODEMIL.

Como un padre quiere a sus hijos, el coronel Cardona apoya a sus deportistas. Para él, el sargento Pedraza es una ficha clave para llevarle el mensaje de la Liga, a los militares mutilados que diariamente llegan al Batallón de Sanidad, buscando una luz al final del túnel.

La vida de Francisco Pedraza dio un giro inesperado la mañana del dos de septiembre de 2004, en un campo minado por las FARC: estaba haciendo unas operaciones de registro para sacar un soldado que tenía herido y unos guerrilleros que habían matado en la Unión Peneya (Caquetá). Llevaba una hora y media de recorrido cuando el puntero (el militar que lleva la delantera) hizo un alto en el camino, lo mandó a llamar, y cuando giró, activó instantáneamente el campo minado.

Después de un silencio sepulcral, como si se tratara de una película de terror vio sus hombres mutilados; un soldado sin el maxilar inferior, otro sin la pierna derecha, el cabo tenía perforación en los pulmones, esquirlas en todo el cuerpo y él no sentía sus piernas. “La mina me había desaparecido la pierna derecha y herido gravemente la izquierda. Más tarde en Florencia (Caquetá) los médicos me amputaron lo que me quedaba de la otra. Aún inconsciente me trasladaron al Hospital Militar en Bogotá, donde desperté a los 14 días después”, cuenta Pedraza.

Al principio se sintió desfallecer pero después de la rehabilitación a través del deporte, se dio cuenta que la vida aún no había terminado. Sus dos mellizos Francisco Alejandro y Julián Genaro, eran su fuerza. Ellos le dicen “mañana le compo pienas”, mientras le empujan la silla de ruedas que actualmente le hace ostentar el título de campeón nacional de 100 y 200 metros en pista. Su sueño, es poder ir a los Paralímpicos de Pekín en el 2008. Participó dos veces en la Maratón de Bogotá, dos maratones en Cali, dos maratones en Medellín, cuatro Interligas en la modalidad de pista y el Miami Tropical Marathon en enero de 2006, gracias a la gestión de la Fundación Querido Soldado.

“Nuestras sillas no se comparan con las de los gringos, pues llevamos nueve libras de pesos de más, al principio pensamos que nos iban a dejar botados, pero gracias a Dios, nos fue muy bien. Fuimos tres competidores colombianos y quedamos segundo, quinto y sexto. De 40 competidores nos metimos entre los diez primeros puestos”, asegura riéndose. Antes de viajar a Estados Unidos, Pedraza alistó su banderita. Tal como lo había planeado con su compañero Octavio Lurdeño, sintiéndosen halados por el tricolor nacional que se ondeaba en la meta, tomaron sus puntas bajo la mirada nostálgica de cientos colombianos que presenciaban la carrera en Miami. El hecho los hizo merecedores del artículo “El Maratón de Miami, una fiesta del deporte” en el “El Nuevo Herald”.

El soldado Aldemar Franco soñó alguna vez con viajar al Sinaí, pero sus expectativas se vieron cegadas cuando se encontraba en una operación en Caquetá. Fue emboscado por milicianos de las FARC y recibió dos impactos en su brazo izquierdo. El sueño se desmoronó como un castillo de arena. Los médicos fueron realistas, tenían que amputarle el brazo. Duró un año con el brazo completamente muerto. No se lo dejaría cortar, era una decisión muy difícil de tomar. “Mis compañeros me apoyaban y me decían que tomara pronto la decisión antes que la infección avanzara más”, comentó entre lágrimas. Fue así como el 17 de diciembre de 2005 le amputaron el brazo después de llegar de la Maratón de Washington. Después fue a Venezuela, corrió la Media Maratón de Bogotá, los 10 kilómetros San Cristóbal, las medias maratones de COFANDI, Medellín, Cali, Bucaramanga, Cartagena, Girardot, Neiva y Pitalito (Huila).

La mayor figuración de éste joven deportista fue en Estados Unidos. Entre 52.000 atletas en la milla 20 iba de segundo de los 42 kilómetros de recorrido. A pesar de no esta preparado tal kilometraje, logró el puesto 80 y fue el único discapacitado en entrar en las elites. “El Vicepresidente de los Estados Unidos me felicitó y me regaló un equipo de sonido como agradecimiento por haber ido a participar”, dice orgulloso.

Según el presidente de la Federación Colombiana Deportiva Militar, el presupuesto destinado a la Liga Deportiva Militar de Discapacitados es entre nueve y doce millones anuales directamente. Igualmente, este año recibieron 25 millones de pesos por parte del Ministerio de Defensa Nacional.
La Liga tiene dentro de sus metas: la formación de la primera Escuela Deportiva de Discapacidad como semillero del deporte paralímpico, lograr un cupo para los Paranamericanos 2007 y otro para los Paralímpicos de Pekín en el 2008. Conjuntamente, quedar registrados en el libro de los Guiness Records cuando un grupo de deportistas de la Liga alcance el pico más alto de América, pues sería la primera vez en el mundo en la que un grupo de amputados lograra la cumbre de Monte Aconcagua con 6960 metros de altura.

El reto está programado para el 14 de enero del 2008, su objetivo: demostrarles a los colombianos que para las “personas discapacitadas” no existe ninguna barrera. También, un acto honorífico por los militares mutilados y caídos en combate. Este nuevo desafío tendrá como patrocinio a Discovery Channel, Merrell, una compañía americana fabricante de ropa de montaña, Otto Bock y la Aerolínea Avianca.

Para el coronel Cardona está demostrado que la discapacidad está en el cuerpo y no en la mente, conoce personas que no tienen ninguna discapacidad y no pueden igualar todas las proezas que hacen sus militares “discapacitados”. Los deportistas de la Liga Militar de Discapacitados son sinónimos de valentía, superación y ejemplo de vida. Ellos demuestran con cada una de sus hazañas que no hay imposibles cuando los sueños viven.

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